El espíritu del Adviento requiere humildad: hemos de confesar la gran necesidad que tenemos del Maestro divino. Humildad y espíritu de penitencia, reconociendo nuestros fallos y pecados. Humildad y súplica, sabiéndonos débiles, frágiles, inclinados al mal (Pr 2, 9).
Beato Santiago Alberione