Juzgar mal, sospechar el mal sin fundamento, es pecado. Los pecados siempre se cometen antes en la mente que con la palabra y con las obras. Por eso, hay que santificar la mente. La bondad, la caridad, en general, tiene su raíz en la mente. Como se piensa, así se habla y así se actúa después (APD56, 149).
Beato Santiago Alberione