Hay que reconocer a Dios como nuestro principio... reconocer a Dios como nuestro fin, a quien, por lo tanto, debemos dirigir todo nuestro esfuerzo, todo nuestro corazón, todo el trabajo de la vida; y hay que reconocer a Dios como el que es providencia, es decir, el que nos gobierna... Eso es la adoración (APD56, 48).
Beato Santiago Alberione