Necesitamos dejar que Jesús viva en nosotros, porque la comunión está destinada a esto y puede dar este fruto: el nacimiento de Jesús en nosotros. Pero si entonces nuestros pensamientos, opiniones, sentimientos, caprichos, el apego a nuestra voluntad siguen siendo las verdaderas espinas, en realidad, sofocan a Jesús (APD56, 273).
Beato Santiago Alberione