Existe una contemplación infusa... Es el Señor, su espíritu, quien colma el alma, la conquista, la atrae hacia sí; el alma queda como absorta y se comunica directamente con Dios y sólo la contemplación despierta en ella todos los sentimientos que luego son sentimientos comunicados por el Espíritu Santo (APD56, 554).
Beato Santiago Alberione