Toda la sagrada Escritura está escrita para decir al hombre que ha sido creado para el cielo. Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento son una continua exhortación a practicar el bien y evitar el mal. ¿Con qué fin? Para conseguir un día el premio, es decir, para entrar en el cielo (LS 253).
Beato Santiago Alberione