Cada uno, en la vida, tiene una vocación particular. Dios sapientísimo ha creado un gran jardín... Y así como la rosa no puede decir: “Quiero ser hermosa como un lirio” y tampoco el lirio: “Quiero volverme escondido como la violeta”, así cada alma debe esforzarse por llegar a ser como Dios la quiere y no de otro modo (Esercizi e ritiri, 1,52).
Beato Santiago Alberione