Quien ama mucho a san Pablo y lo sigue adquiere un espíritu fuerte, asciende más fácilmente a la santidad, deja de lado todos los chismes de las comunidades y se eleva cada vez más en un ambiente sereno, se eleva cada vez más hacia Dios y juzga las cosas no según las pequeñas dificultades... sino que las juzga desde lo Alto, en Dios, en Jesucristo (APD56, 504).
Beato Santiago Alberione