San José tuvo la gracia de estar unido a María en su misión y fue designio del Padre celestial que él, virgen, custodiase a la Virgen y la proveyera de lo necesario y viviera con ella y tuviera con ella santísimas conversaciones, y que hubiese entre él y la Virgen una especie de competición de virtudes, de santidad (APD56, 230).
Beato Santiago Alberione