martes, 24 de diciembre de 2024

¿Una Navidad más?

A menudo escuchamos con falta de alegría, otra vez Navidad, una Navidad más, y ahora los niños en casa ¿cuánto trabajo vamos a tener?, las cenas en familia, ¿dónde iremos este año? nos toca ir primero a casa de  tus padres, así nos podemos descuidar un  poco de los niños.... etc

Pero es difícil escuchar  ¡que alegría, es Navidad! se respira amor, pero... en cuantos lugares del mundo, ese amor no se siente, hay guerras, divisiones, pobreza, llantos, ¿que sucede? ¿acaso no hemos aprendido que hemos de preparar la Navidad, ¿lo hemos olvidado?, nos ponemos a preparar la cena de Nochebuena, pero… ¿porqué? ¿es por seguir la tradición? o ¿realmente sabemos cual es el motivo de tal celebración?

¡Cuánto hemos de aprender aún! Miremos a los niños delante del misterio.  A veces pienso que en su inocencia, ellos comprenden más que nosotros. Los años nos han hecho dejar atrás esa capacidad de maravillarnos, contemplar y agradecer.

Acaso no es para maravillarse, contemplar, y agradecer, que el mismo Dios se encarne en el seno humano de María, una mujer del pueblo elegida para ser la madre de Dios, que no sabe como será aquello, pero pregunta, confía y acepta, Ella no conoce varón, pero un varón la recibe y nos da ejemplo de prudencia y bondad, al no querer repudiarla, escucha al ángel que le dice que no tema pues María ha hallado gracia ante Dios, y que será la Madre del hijo de Dios. En nuestra mente pragmática, no hay cabida para el asombro, ¿cómo puede ser? Sin embargo, María y José, cada uno, escucha al Ángel y acepta lo que Dios ha dispuesto. Gracias a su escucha y aceptación nos ha nacido un Niño, pobre entre los pobres, en un establo, fuera de su casa en viaje para cumplir el mandato del empadronamiento.

Y la noche oscura, se llena de luz, ha venido al mundo nuestro Salvador, y Él no renuncia a nosotros, no deja de venir a acampar en nuestros corazones, pero… ¿le dejaremos quedarse? Hemos preparado durante el Adviento debidamente nuestro corazón para acogerlo, de esa acogida nos damos cuenta que hay personas que esperan nuestra llamada, nuestro saludo y de ahí surge la necesidad de felicitarnos, de que seamos acogida de que no queramos ser más que el otro, simplemente le brindamos nuestro afecto y rompemos distancias. Que hermoso sería que todo esto siguiésemos viviéndolo, durante todo el año y cada vez mejor. No, no es una Navidad más, es Navidad.

¡¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!! QUE NUESTRO CORAZÓN SIEMPRE ESTÉ DISPUESTO A ACOGER AL SEÑOR Y AYUDAR A LOS HERMANOS.


DEJÉMONOS ILUMINAR POR ÉL
Rosa Mª Córdoba Molina
(Anunciatina)