Pero no es día para quejarse, es día para agradecer, agradecer que nunca nos has dejado solos, que en medio de tanta soledad de los afectados por la pandemia y los que nos han dejado, tú has estado ahí confortándoles y asistiéndoles por medio de quienes, exponiendo su vida, han dado lo mejor de si para paliar tanto sufrimiento: sanitarios, personal de servicios y especialmente, sacerdotes que han llevado la unción de enfermos y han consolado a los familiares.
Es día para seguir tu ejemplo y darnos a los demás. Hay muchos que han perdido lo poco que tenían para subsistir, muchos meses parados, y aunque hemos de dar gracias por al menos no haber enfermado, también es cierto que se presenta un panorama difícil, pero con la ayuda de Dios todo irá volviendo a su cauce, aunque se tarde. Lo que es necesario, es mucha oración ante el Santísimo y no escuchar los cantos de sirena que nos envuelven intentando desviarnos de lo esencial.
Acudir a alimentarnos del Pan de Vida y saciar nuestra sed en la fuente de agua viva, sin prisas, con atención, devoción y agradecimiento.
Señor, gracias una vez más porque a través de la televisión y redes sociales, hemos tenido cada día el Pan de tu Palabra. No nos dejes de tu mano Señor, y siembra en nosotros el hambre de ti, de tu Palabra y de la Eucaristía, Este Corpus Christi, tan anómalo, nos haga valorar más la presencia de Dios en nuestras vidas y en cada rincón de nuestros pueblos y ciudades. y en nuestra alma resuene el "Cantemos al Amor de los amores..." y nosotros seamos portadores de ese Amor.
Amén
Rosa Mª Córdoba Molina