En la Comunión nos alimentamos de Jesús para que su divino Corazón absorba el nuestro de modo que lo haga una sola cosa con el suyo. Entonces el Corazón de Jesús curará el nuestro de sus enfermedades... y lo hará latir al unísono con el suyo por la gloria de Dios y la paz de los hombres (AE, 85).
Beato Santiago Alberione