El corazón de Pablo ha llegado a ser el corazón de Cristo: Jesús le ha cambiado el corazón de león feroz, respirando amenazas y deseando estragos, en un corazón de ternuras. ¡Imposible leer los rasgos afectuosos de las Cartas de san Pablo y no llorar, pues las suyas son palabras de la más cariñosa de las madres (APim, 26).
Beato Santiago Alberione