Si san Pablo viviera continuaría ardiendo en aquella doble llama de un mismo incendio: el celo por Dios y por su Cristo, y por los hombres de cualquier pueblo. Y para que le oyeran se subiría a los púlpitos más elevados y multiplicaría su palabra con los medios del progreso actual: prensa, cine, radio, televisión (APim, 227).
Beato Santiago Alberione