Cuando el Espíritu Santo habita en un alma, produce las virtudes cristianas, las virtudes religiosas; y cuando nosotros tenemos una mayor efusión de Espíritu Santo, porque correspondemos a la divina gracia, entonces se llega a los dones, a los frutos, se llega a las bienaventuranzas (Pr 1, 43).
Beato Santiago Alberione