El Hijo de Dios antes de subir al cielo, casi para darnos el último refrendo, la postrera prueba de amor, nos dejó a María por madre: «Ahí tienes a tu Madre». La humanidad desorientada… cada día puede cobijarse en torno a la Madre y recibir luz, consuelo y salvación (Pr 2, 14).
Beato Santiago Alberione