Un pequeño acto de virtud, una pequeña oración dicha desde el corazón... una buena obra hecha sin que nadie la vea; un pensamiento, un deseo interior, un acto interior de amor de Dios, una batalla interior ganada, son, casi siempre, cosas momentáneas y, sin embargo, la recompensa es eterna (APD56, 120).
Beato Santiago Alberione