Almas que viven verdaderamente la vida de Dios, viven en Dios y Jesucristo vive en ellas. Pidamos ser imbuidos de estos dones celestiales porque siempre pensamos como pensaba Jesús, seguimos y actuamos siempre como actuaba Jesús, hablamos siempre como hablaba Jesús (APD56, 226).
Beato Santiago Alberione