A ti, Padre celeste, me ofrezco, entrego y consagro como hijo. A ti, Jesús Maestro, me ofrezco, entrego y consagro como hermano y discípulo. A ti, Espíritu Santo, me ofrezco, entrego y consagro como “templo vivo” para ser consagrado y santificado (PR 57).
Beato Santiago Alberione