¿Nos damos cuenta de que todavía estamos llenos de nosotros mismos? ¿Y que el Señor no puede ser el Dueño total de nuestro ser? ¿Que hay demasiadas fibras del corazón que no le pertenecen? Quieren esto, aman aquello... ¡Pero sean de Dios! (APD56, 474).
Beato Santiago Alberione