Nuestro Delegado P. Antonio Maroño, comparte hoy con nosotras su reflexión en este día tan importante para toda la cristiandad y de forma especial, en la Familia Paulina por las hermanas de Jesús Buen Pastor, a la que felicitamos
En
las lecturas hoy, destaca en la segunda, tomada de la primera carta del apóstol
san Juan, el anuncio del gran amor que el Padre nos tiene, hasta el punto de
elevarnos a la condición de hijos suyos, ¡y lo somos de verdad! Ahora, en esta
vida, a partir del bautismo, lo .somos de manera germinal, incipiente, imperfecta; pero en la otra
vida lo seremos de verdad, porque entonces veremos a Dios tal cual es
San Pedro, en el tercero de sus discursos, que presenta el libro
de los Hechos,
da un valiente testimonio de Jesús de Nazaret ante las máximas autoridades de
su pueblo. Les echa en cara, nada más y nada menos, que fueron ellos mismos
quienes lo crucificaron, con la intención de deshacerse de él, pero que Dios lo
resucitó de entre los muertos y lo colmó de gloria, sentándolo a su
derecha.
Y el evangelio presenta a Jesús bajo la entrañable figura del Buen
Pastor, figura de mucha resonancia a lo largo y ancho de todo el Antiguo
Testamento.
Pues bien, conectando con este tema evangélico, en este domingo,
4º de Pascua, la Iglesia presenta a nuestra consideración -en los tres ciclos-
la parábola Buen Pastor. El ciclo B, correspondiente a este año, nos trae la
parte central. La palabra de “pastor”, usada en sentido espiritual, tenía mucho
vigor entre los israelitas del tiempo de Jesús. Se llamaba pastor al mismo
Dios, como lo recalca el salmo responsorial. Dios no es un ser abstracto, sino
alguien vivo, alguien que quiere guiarnos por el camino del bien.
Pastores se llamaba también, a veces, en el Antiguo Testamento, a
los reyes, a los sacerdotes, a los profetas y a todos los que en la vida tenían
la responsabilidad de ser conductores o guías de otros. De aquí que las
palabras de Jesús, dirigidas a las autoridades de su tiempo, suenen a polémica
porque habiéndolos puesto Dios como guías del pueblo, en vez de buenos
pastores, eran como mercenarios que sólo se preocupaban de su propio bien,
descuidando a las “ovejas” o pueblo sencillo. Para ellos la religión no era
cuestión de vida y espíritu, sino de leyes y prácticas externas.
Jesucristo es el “Buen Pastor” porque está dispuesto a dar su vida por aquellos a quienes ha venido a salvar. Él nos da el alimento espiritual que necesitamos; renueva nuestras energías cuando estamos cansados; nos guía por el camino recto cuando encontramos situaciones peligrosas; está a nuestro lado para reparar las heridas del alma. Y siempre actúa por amor. Nadie como Jesús puede decir que “las ovejas le pertenecen”. Las conoce de verdad y las ama. A cada cual en su manera, respetando su modo de ser.
Pero el
Señor no se conforma con ser él mismo el Buen Pastor. Ha querido agregar a este
ministerio, tan suyo, a otros pastores, sobre todo a los consagrados: obispos,
sacerdotes, religiosos y religiosas; y también, de alguna manera, a las
autoridades civiles, a los formadores, a los padres y madres de familia. Y
porque a todos los necesitamos santos y cuantos más mejor, en el día de hoy,
domingo del Buen Pastor, la Iglesia viene celebrando, desde hace ya 58 años, la
Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, a la que, en España, desde hace
seis años, se ha añadido Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones Nativas.
Los
objetivos de ambas Jornadas son dos, y los describen así tanto los obispos como
la Dirección General de CONFER: “Por un lado, despertar en todos los jóvenes el
tema de su propia vocación, de abrirse a la llamada de Dios para responder a
ella siendo para los demás: ya sea la familia, en el trabajo o entregándose a
una vida de consagración especial. Y, por otro, una fuerte llamada a promover,
en la comunidad cristiana y en la sociedad en general, las vocaciones
cristianas, mediante el testimonio de vida, la oración y el acompañamiento”.
A este
propósito, es importante que reflexionemos, como Paulinos, sobre las palabras
que recientemente ha escrito el P. Valdir refiriéndose a esta Jornada. Escribe
así, el Superior General: “Además de orar por las vocaciones, este día deberá
llevarnos a reflexionar sobre cómo estamos viviendo nuestra vocación de
“apóstoles comunicadores y consagrados”, y cómo llevamos adelante las
iniciativas en el campo de la animación vocacional en nuestras
circunscripciones”. Y añade: “Recordemos que todos los empeños en la pastoral
vocacional paulina, en su doble expresión sacerdote-discípulo, son vitales.
Pero que la propuesta más eficaz, sin duda alguna, la constituye en testimonio
de cada uno”.
Preguntémonos
cada uno: ¿Qué estoy haciendo yo por las vocaciones? ¿Podría hacer algo
distinto y mejor?
P. Antonio Maroño Delegado de los Institutos Seculares Paulinos