Hoy es justo agradecer a Don Pedro Jaramillo, su colaboración con nuestro blog, permitiéndonos publicar los sonetos que, frutos de una profunda reflexión de estos tiempos duros y difíciles que estamos viviendo en todo el mundo, han iluminado esta situación, nos ha ayudado a reflexionar y hemos orado con ellos, nos ha descubierto como no podemos desentendernos del hermano, que vive esta situación agravada por una situación de falta de recursos materiales, ha profundizado y nos ha alentado a vivir el Evangelio y muchas cosas más que en la relectura de los salmos que hemos subido al blog, podremos cada uno sacar mucho más de todo lo que nos ha trasmitido. Damos gracias a Dios el don que le ha dado y a él, por compartir este don, no solo para el bien de su comunidad en Guatemala, sino también para el bien y la recuperación de los valores humanos que en cierto modo se estaban perdiendo, y que tanto nos han ayudado a cuantos hemos tenido la suerte de poder leerlos y reflexionar con ellos.
Por ahora, este es el último soneto. Parece que la “inspiración” tiene también sus ritmos. Y a
ellos hay que amoldarse. Comencé el 13 de abril y terminamos este periodo el 9 de septiembre.
A pesar del esfuerzo, para mí, ha merecido la pena este “aunar sentimientos” cada día. Ahora
podría ser un buen momento de releerlos, anotarlos y seguir compartiéndolos. Creo que nos
han ayudado a tomar conciencia de lo que el Papa Francisco nos compartía en la Oración de
la Plaza de San Pedro: “nos hemos dado cuenta – decía - de que estamos en la misma barca,
todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, llamados todos a remar juntos, todos con la necesidad de darnos fuerzas unos a otros. En esta barca,
estamos todos. Y como los discípulos que, a una voz y con angustia, dijeron: “estamos perdidos” (cf. v. 38), también nosotros hemos descubierto que no podemos caminar cada uno por
nuestra cuenta, que solo podemos caminar juntos” (27-3-20). “Seguros que se abrirán los caminos, - en la oscuridad, ansiamos las luces - y forjar, juntos, un nuevo destino”.
Concluir estos Sonetos quisiera
con el grande y pleno gozo que siento
de haber aunado nuestros sentimientos
en estos duros momentos de prueba.
Todos envueltos en la misma briega,
hemos penado y llorado sin cuento
y, entristecidos en algunos momentos,
no perdimos la esperanza que ruega.
Seguros que se abrirán los caminos,
en la oscuridad, ansiamos las luces
y forjar juntos un nuevo destino.
Y como muchas serán nuestras cruces,
a la de Jesús miramos con tino,
pues que en ella ya la VIDA trasluce.
P. Pedro Jaramillo
Parroquia San Juan de la Cruz (Guatemala)